La tecnología nació con el fín de facilitar los oficiós y deberes del hombre, ahorrar tiempo y dinero, unas de las grandes soluciones bancarias fué la invención de la tarjeta electrónica y el cajero automático, aparato electrónico dispuesto para funcionar 24 horas 7 dias a la semana (claro para ello se necesitan cumplir varios factores; luz eléctrica, conección de internet y disponibilidad de dinero). Luego la educación a los usuarios para poder utilizar este instrumento que profesa grandes bondades.
El meollo del asunto surge cuando necesitamos esta marvilla tecnológica y nos tomamos más tiempo que quizás ir a un cajero
Uno a uno iban pasando mientras que en la cola todos expresaban con su mirada la falta de paciencia, ya sólo faltaban once personas cuando el usuario de turno con una desalentadora cara anuncia que se acabó el dinero, los que no lo creíamos nos quedamos a ver como una por una iban siendo rechazadas las tarjetas y el cajero invitaba a trasldarse a otra sede bancaria. 44 minutos exactos marcaba el reloj, pero yo aseguraba que eran más los que habían transcurrido en esa fatídica mañana, cabizbaja caminé hacia el carro abandonando todo concepto bueno sobre el cajero automático y olvidando los deberes para ese día a la espera de uno nuevo lleno de sorpresas como la ocurrida esa vez, una travesía con los cajeros automáticos.